QUILLOAC RECINTO DE SABER

Señores y señores: Con sentimientos encontrados y profunda emoción, regreso a este plantel que formó mi juventud, que me enseñó los valores, que me dio tanto, tanto, tanto, que mi sola gratitud no alcanza para expresar el inmenso reconocimiento que llevo en el corazón para esta institución que nació para inmortalizarse en el tiempo y en el espacio. En estas aulas aprendí que la educación enaltece a los seres humanos, que los libera de sus errores y los conduce, que la educación rompe las cadenas que esclavizan a los hombres y les da alas para que proyecten su intelecto, para que conquisten el horizonte con su vuelo de verdad, para que hagan de su destino un auténtico parnaso de virtudes y de amor… Hace ya varios años, cuando niña todavía, ingresé por primera vez al célebre instituto Quilloac, con más temores que seguridad, invadida por la incertidumbre del tiempo que lo arrastra todo; por sus pasillos caminaron mis ilusiones y mis desconciertos, en sus aulas palpitaron mi corazón y mis ilusiones, en sus patios sonrieron mi juventud y mis esperanzas; en cada recodo de sus instalaciones quedó un poquito de mí; y hoy regreso, para en este magno acontecimiento sentirme nuevamente parte de este plantel que es modelo de lumbre para el mundo. Regreso colmada de recuerdos, gratitud y admiración, regreso para unirme a la alegría de esta pléyade de jóvenes con quienes comparto el honor de habernos graduado en el más reconocido plantel de formación integral del Cañar. Señores, hay diferencias que dividen a los pueblos; hay un primer mundo que nos queda lejos, allá en lontananza de nuestras lindes y fronteras; por tener el pecado de ser pobres nos han dado el sitial del tercer mundo, del mundo que se debate entre corrupción y angustia mientras se escapa de las manos el pan nuestro de cada día. Si la educación es liberadora, si rompe cadenas y entrega la luz a los mortales, debemos aferrarnos a ella, luchar por el derecho de conocerla, de verla frente a frente, de aferrarnos a ella como náufragos a la esperanza cierta, de repartirla con fe y entusiasmo hasta el rincón más distante de la Patria, de formar hombres y mujeres que como los jóvenes graduados de hoy, abrasando una causa justa se convertirán en verdaderos legionarios para luchar contra la ignorancia y la injusticia, bachilleres que con su ejemplo enseñarán a todo este pueblo doliente y empobrecido a identificar a sus verdugos, a luchar contra las tiranías y hasta a vencer los obstáculos más difíciles de la vida. Ahora que el mundo ha perdido sus valores, ahora que nos imponen la globalización y hasta la muerte, ahora que todo tiene un precio, hasta la vida de los hombres, ahora que el mundo está enfermo por falta de ideales comprendidos y vividos, ahora que la Patria se cae a pedazos por los golpes arteros de la corrupción, la deshonra y las ambiciones, debemos superar la falsa creencia de que todo está perdido, de que la esperanza misma ha sucumbido entre las fauces taciturnas de la nada. Debemos emerger de este caos y barbarie, reorientar los destinos de esta Patria para canalizarlos nuevamente por el sendero del bien, de la verdad, de la virtud, no es posible que este país hermoso, rico en producción, belleza y potencialidades sucumba día a día por la voracidad de unos pocos que se llevan los recursos con cinismo y desvergüenza. No es posible que los recursos del Ecuador se repartan en el festín de políticos corruptos y que luego, esos mismos personajes con sus amigos más cercanos intenten convencernos de que no ha pasado nada. Queremos una Patria grande, fuerte, poderosa, con plena identidad en sus valores, una Patria que fundamente su desarrollo en la educación y en el trabajo de todos. ¿Si no se destinan los recursos para el desarrollo de los hombres, podremos romper nuestras cadenas? ¿Si los gobiernos le niegan pan y derechos a los educadores, podremos romper nuestras cadenas? ¿Si se continúan festinando los recursos de este pueblo, podremos romper nuestras cadenas? ¿Si campea la corrupción en las más altas esferas del poder, podremos romper nuestras cadenas? Toda sociedad es el reflejo del pensamiento de sus miembros, una sociedad sin ideales es propia de hombres intrascendentes, una sociedad sin identidad es propia de los hombres que no luchan, una sociedad sin valores es propia de los hombres que involucionan. Trascendamos, luchemos y evolucionemos al amparo de la educación integral, defendamos el derecho del pueblo a su educación, regocijémonos hoy con esta juventud valiosa que emerge de la Unidad Educativa Quilloac para gloria del Cañar y de la Patria, honremos siempre a este plantel formado por quijotes del conocimiento y del ideal, enaltezcamos siempre su nombre, su misión y su legado; la oscuridad se quiebra con la luz de la verdad, avancemos con fe y convicción por el sendero de la vida, solo así cumpliremos las tareas de la historia… Gracias.

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